Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1878 (Cortes de 1876 a 1879)
Sesión: 8 de junio de 1878
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 82, 2311-2318
Tema: Elección de la primera Vicepresidencia

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra. (Rumores, grandes murmullos.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): ¿Para qué, Sr. Sagasta?

El Sr. SAGASTA: Para una cuestión de orden; para suplicar a la Mesa que tenga presente que esa proposición es indiscutible y que no se puede votar porque en ella no se pide nada, absolutamente nada. Se hace simplemente una declaración. Si les gusta a esos señores la proposición que se acaba de retirar, que se la guarden, que se la metan en el bolsillo. (Auméntense los rumores en todos los lados de la Cámara; muchos Sres. Diputados pronuncias palabras que no se perciben en medio de la confusión. El Sr. Presidente reclama con frecuencia el orden, y al cabo de algún tiempo consigue calmar algún tanto los ánimos.) [2311]

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Orden, Sres. Diputados; yo ruego a todos que guarden silencio. Señor Sagasta, no ha entrado S. S. en la cuestión de orden. Retirada una proposición, se ha presentado otra y es preciso resolver acerca de ella.

El Sr. SAGASTA: Señor Presidente, pido la palabra para plantear la cuestión de orden.

El Sr. GONZÁLEZ VALLARINO: Estando en el uso de la palabra un Diputado, ¿con qué derecho se le interrumpe?

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Orden, señores; sólo el Presidente puede conceder la palabra.

El Sr. SAGASTA: Yo la pido sólo para una cuestión de orden.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S. sólo para una cuestión de orden.

El Sr. SAGASTA: Yo deseo hacer posible la prolongación de este debate y la votación que con tanto ahínco y empeño desean los señores de la mayoría en favor del Gobierno, que ha hecho cuestión de Gabinete una cuestión completamente reglamentaria, sobre la cual la minoría no quería más que el cumplimiento del Reglamento.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Su señoría ha pedido la palabra para una cuestión de orden, y entiendo que está fuera de la cuestión.

El Sr. SAGASTA: Voy a demostrar, Sr. Presidente, que si nos separamos ahora del Reglamento como nos hemos separado antes, no vamos a poder continuar, y esto sólo puede traer los inconvenientes de haber perdido toda la sesión de la tarde y de perder otras muchas sesiones.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Dispense S. S.: la Mesa no puede aceptar otros procedimientos que los que el Reglamento determina, y no se ha separado en nada de él. Si S. S. entiende que puede haber aquí una cuestión de orden, puede explicarla; de otro modo, tengo que dar la palabra al Sr. González Vallarino.

El Sr. SAGASTA: Quiero evitar que el Congreso cometa una anomalía, porque si votáis esa proposición vais a votar un absurdo, y yo proponía a la Mesa el medio de salir de este absurdo. ¿Qué pide el Sr. Vallarino, que parece que es el encargado de hacer esta clase de proposiciones? (El Sr. Vallarino: Pido la palabra para una alusión personal.) ¿Pide algo? No, dice sencillamente que hace suya una proposición retirada. Pues buen provecho le haga a S. S. la proposición que tanto le gusta, y guárdesela en el bolsillo.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Dispense el Sr. Sagasta; le he concedido la palabra para una cuestión de orden. Me remito a la prudencia de su señoría, y le ruego que considere si no sería un funesto precedente el que continuara usando de la palabra en el sentido en que lo está haciendo, y si el Presidente no incurriría en responsabilidad dejándole continuar.

El Sr. SAGASTA: Voy a plantear la cuestión de orden, Sr. Presidente. ¿Cree S. S., examinando la proposición que se quiere votar, que es admisible por la Mesa? ¿Sí o no?

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Va a darse cuenta de una nueva proposición que se ha presentado sobre la mesa.

El Sr. SECRETARIO (Garrido Estrada): dice así:

"Pedimos al Congreso se sirva declarar que no ha lugar a deliberar sobre la proposición del Sr. Vallarino.

Palacio del Congreso 8 de Junio de 1878. =Práxedes Mateo Sagasta. =Antoni Navarro y Rodrigo Aureliano Linares Rivas. =Víctor Balaguer. =Luis de Rute. =José Podo. =Cándido Martínez. "

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Se repite hoy al parecer una cuestión que por los precedentes y por el acuerdo del Congreso quedó resuelta no hace mucho; y aun en este instante por una mala inteligencia, excusable en todo el mundo, parece como si se tratara de suscitar una cuestión hace mucho tiempo resuelta por el Congreso, y por cierto con intervención mía casualmente.

Empiezo por lo último. No es posible sin que se haya apoyado una proposición presentar la de no ha lugar a deliberar; sobre esto pediría los acuerdos del Congreso, porque precisamente yo tuve el honor de tomar parte en uno, y demostré que siendo el derecho de presentar proposiciones incidentales un derecho mediante el cual todo Diputado podía tratar la cuestión que tuviera por conveniente, si admitiéramos el precedente de que pueden las proposiciones de lo ha lugar a deliberar introducirse antes de que se apoyara la proposición incidental, se haría ineficaz la iniciativa de los Diputados, de suerte que sacrificaríais el derecho que hoy os da el Reglamento.

Francamente, señores, esto me parece evidente; esto que digo en este instante es el derecho de las oposiciones. Las oposiciones tienen el derecho de apoyar todas las proposiciones incidentales que quieran, y hasta que estén apoyadas no se puede introducir la proposición de no ha lugar a deliberar, porque si se introdujera antes por cualquier individuo de la mayoría, se ahogaría la voz del Diputado que quisiera apoyar la proposición. De modo que el derecho de apoyar la proposición incidental quedaría completamente anulado desde el instante en que se diera cuenta de la proposición de no ha lugar a deliberar. Esto, Sres. Diputados, es incuestionable, y lo digo únicamente en defensa del derecho de los Diputados a apoyar sus proposiciones incidentales. Así que esté apoyada una proposición incidental, puede presentarse la de no ha lugar a deliberar, y entonces ésta se apoya y ésta se vota. En cuanto a hacer suyas siete Diputados las proposiciones que presenten otros, sobre esto se encontrarán muchos casos; casos en que hubo de intervenir el Sr. Olózaga, que ha pasado por mucho tiempo a juicio de amigos y de adversarios por el maestro y por el consultor necesario en materias de Reglamento.

Se trajo aquí el precedente de que siendo Presidente el Sr. Olózaga se había hecho lo mismo que en la discusión que hubo no ha mucho tiempo, y en la que ha habido esta tarde, es a saber: hacer suya los individuos de la mayoría una proposición retirada y votarla. Inconveniente no hay ninguno, una vez admitida la fuerza de este precedente confirmado por el Congreso. ¿Por qué? Porque la mayoría votará en contra, y si la proposición es rechazada, no continuará la discusión, porque no se tomará en consideración. Si la proposición de no ha lugar a deliberar se apoya, habrá un discurso más; pero en último término tampoco se podrá prolongar la discusión.

Por último, señores, me conviene volver a decir, porque sin duda el Sr. Sagasta no me ha oído, que yo no he hecho cuestión de Gabinete esta proposición, ni [2312] la he convertido en cuestión política, ni de aprobación de la política ministerial. He dicho lo contrario; he dicho que lo que el Gobierno haría cuestión política sería la elección vicepresidencial: esto dije antes, esto he repetido después, esto es claro como la luz del día y no puede confundirse. Después he añadido que en una proposición, no ya política, no ya dirigida en poco ni en mucho al Gobierno, pero en que estaba comprometido el Presidente de la Cámara, votaría lo que quisiera el Presidente de la Cámara, y que si el Presidente decía, como ha dicho, que tiene esta proposición como una censura, votaría en contra, pero no le ha dado carácter político de ninguna suerte. No es una cuestión política, es una cuestión puramente parlamentaria; la cuestión política vendrá cuando se ponga al orden del día la elección vicepresidencial y esa elección se verifique. Pero no tratamos de eso. Durante el debate se ha hablado de eso y he tenido que hablar de esa eventualidad; pero esta tarde no se trata de una cuestión política en poco ni en mucho.

Unos Sres. Diputados estimulan al Presidente de la Cámara para que haga una cosa determinada; el Presidente de la Cámara estima que esta indicación constituye para él un voto de censura, y lo declara así ante la Cámara. ¿Qué hace el Gobierno? Declarar que apoya al Presidente de la Cámara por la dignidad de la Presidencia, pero siempre dentro de la cuestión puramente reglamentaria.

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S.

El Sr. SAGASTA: Verá el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, y verá la mayoría, cómo al fin nos entendemos. El Sr. Presidente del Consejo de Ministros ha dicho que no se vota una cuestión de Gabinete. Pues si no se vota eso, ¿qué se va a votar por esa proposición aceptada por el Sr. Vallarino y otros señores Diputados? ¿Se va votar que no se cumpla el Reglamento? Nosotros pedimos que cuanto antes, en el primer día hábil, se llenen las prescripciones reglamentarias; es decir, que haya cuatro Vicepresidentes en vez de tres. ¿Qué se va a votar? ¿Qué no haya cuatro Vicepresidentes? Pues yo declaro que esto no lo podéis votar vosotros. Esta es, Sr. Presidente, la cuestión de orden; que se va a votar una cosa que no se puede votar la mayoría, porque votareis que no se cumpla un artículo del Reglamento. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: No, no.)

El Sr. PERIER: Se vota que se cumpla ese artículo cuando la Presidencia señale.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Señor Sagasta, no es esa la interpretación que la Mesa da la proposición, y por de pronto lo que hay que hacer es resolver sobre esa proposición; todo lo demás es impertinente.

El Sr. LINARES RIVAS: Pido que se lea el artículo 152 del Reglamento.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Se leerá el art. 152.

El Sr. SECRETARIO (Garrido Estrada): Dice así:

"La proposición de no ha lugar a deliberar tiene preferencia sobre cualquiera otra; pero no podrá hacerse en la discusión de los proyectos de ley. "

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene S. S. sobre este particular.

El Sr. SAGASTA: Pues sobre este particular declaro que el Sr. Presidente del Consejo de Ministros ha recordado con razón algunos precedentes, que se han presentado esta clase de proposiciones después que se han apoyado otras proposiciones cuya discusión se quería interrumpir; pero cuando estas proposiciones se han presentado a la vez o antes, han sido preferidas como marca el Reglamento. Esta es la buena teoría, esta es la que ha sostenido el primer Vicepresidente, que tan dignamente en estos momentos nos preside, y que S. S. ha querido desautorizar oficialmente como Presidente del Consejo de Ministros. No hay más: es verdad que hay precedentes y yo no he de negar estos precedentes, porque discuto de buena fe; es verdad que hay precedentes de que después de tomada en consideración una proposición se ha presentado y discutido la de no ha lugar a deliberar; pero es porque no se ha presentado antes, es porque se ha presentado después, porque la proposición llevaba mal curso y se ha querido interrumpir; pero siempre, constantemente, cuando se ha presentado también otra de no ha lugar a deliberar, enseguida se ha leído la segunda. Así debéis hacerlo, y sino, Sres. Diputados, vais dar con vuestros votos un voto de censura al primer Vicepresidente.

Yo no tengo nada que ver con los precedentes, porque si los hay buenos y malos, debemos atenernos a los buenos, que son única y exclusivamente aquellos que están conformes con las prescripciones del Reglamento: los malos precedentes no pueden servir más que cuando nadie reclama; pero desde el momento que hay un Diputado que reclama contra un mal precedente, no hay más remedio que seguir las prescripciones del Reglamento, porque es el único precedente incontestable.

Yo digo que ese artículo del Reglamento no tiene réplica, ni excepción, ni reserva de ninguna especie. Dice así:

"Art. 152. La proposición de no ha lugar a deliberar tiene preferencia sobre cualquiera otra; pero no podrá hacerse en la discusión de los proyectos de ley. "

¿Hay aquí alguna salvedad? No. ¿Es terminante el artículo? Sí; y yo puedo conjurar a la Mesa que haga cumplir el Reglamento.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): La cuestión planteada por el señor Sagasta merece ciertamente nuestra atención a fin de que pueda recaer sobre ella la atención del país.

Comienzo por declarar que no tengo como Gobierno interés ninguno en que se deseche la interpretación que da al artículo S. S.; si tengo alguno, es el interés de que se acepte. Con ese precedente, Sr. Sagasta, siempre que las oposiciones traigan aquí una proposición incidental para obligar al Gobierno y a la mayoría a pronunciar cierta clase de fallos sobre alguna cuestión determinada, saldrá un Diputado de la mayoría presentando una proposición de no ha lugar a deliberar y tendrá que discutirse con preferencia. (Aplausos en los bancos de la mayoría. Protestas e interrupciones en los bancos de la izquierda.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Orden, Sres. Diputados. [2313]

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Señores Diputados, esta cuestión como ninguna otra, no puede resolverse con gritos ni con interrupciones. (El Sr. Linares: Ni con amenazas.) ¿En dónde están las amenazas? (El Sr. Linares: La amenaza de coartar la iniciativa de los Diputados.) La amenaza es la de SS. SS. que quieren matar el sistema parlamentario.

Entre tanto, Sres. Diputados, yo apelo al juicio, y me someto a él, de los Diputados más liberales de esta Cámara con tal que no estén ciegos por el espíritu de disciplina o por la pasión del momento; yo apelo a su juicio para que digan si yo no sostengo la libertad del régimen representativo en este momento contra minoría constitucional. (Bien, bien. Protestas en los bancos de la izquierda.)

Yo digo lo que he dicho aquí en una ocasión en que he tenido la fortuna de convencer a una mayoría del partido moderado, y de convencerla de que si daba un voto en aquel sentido, daba un voto contrario al régimen parlamentario. Yo digo que todo Diputado viene aquí con el derecho de presentar proposiciones incidentales, y de que se le oiga, y que hasta después que se le ha oído, no se puede presentar contra su proposición la proposición de no ha lugar a deliberar; yo digo que no se puede ahogar la voz de un Diputado que se levante a apoyar una proposición incidental; y si hay aquí algún Sr. Diputado liberal que no pertenezca a la minoría constitucional que me contradiga, me siento en el mismo instante, y que el Congreso haga lo que quiera.

Yo no vengo aquí a defender el interés del Gobierno; yo vengo, como he hecho toda mi vida, a defender, exento de pasiones, los principios puros del sistema parlamentario. Me someto a este prueba, no tengo más que decir porque no quiero prolongar este debate; digo y repito que si un Diputado de cualquiera de las fracciones liberales que hay aquí, que no pertenezca a la minoría constitucional, me quita la razón, yo me callo porque no tengo otro interés que el vuestro en este instante en que estoy usando de la palabra.

Habláis de amenaza. ¿Qué amenaza es la que yo he hecho? Yo no he hablado de esta mayoría; he hablado de una mayoría en tesis general; pero aunque hablar de esta mayoría ¡valiente amenaza el deciros: "no hagáis lo que os puede traer estos inconvenientes! " Yo he dicho que con el precedente que queréis establecer, cada vez que uno de vosotros use del derecho de presentar una proposición incidental, se os puede cerrar la boca sin oíros por medio de una proposición de no ha lugar deliberar; yo he dicho que lo primero es dejaros hablar, es dejaros usar de esta iniciativa única, espontánea y libre que tenéis por el Reglamento. A la interpelación se puede no contestar, a la pregunta se puede no responder. ¿Qué derecho tenéis, qué recurso os da el Reglamento para que se os oiga siempre que queráis ser oídos? El derecho de presentar proposiciones incidentales y apoyarlas. ¿Queréis que en lugar de eso, tan pronto como se sospeche que hay sobre esa mesa o que se va a presentar una proposición de esta especie se acuda con otra de no ha lugar a deliberar? Pues entonces priváis al Diputado, priváis a las oposiciones de uno de sus legítimos derechos. Esto no creo que es un error, esto creo que es tan claro como la luz del día. Pero en todo caso, ¿qué interés de Gobierno, qué interés político queréis que tenga yo al sostenerlo? Ninguno. Lo que me obliga a tomar el debate con este calor es la importancia del principio. Examinadlo todos vosotros con imparcialidad.

A las veces, y esto es lo que yo dije aquí a una mayoría moderada, a las veces todos podemos equivocarnos en un momento, y más en la aplicación reglamentaria; creo que esto no tiene nada de particular ni ofende a nadie: lo que pudiera tener algo, y aun mucho de particular, sería el sacrificar a un momento de pasión, a una imprevisión, a una mala inteligencia o a un mal entendido amor propio, principios que deben estar bajo la custodia de todos, porque son los principios fundamentales del régimen parlamentario. (Aplausos.)

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Dispense V. S.

Habiendo pasado las horas de Reglamento, se va a preguntar al Congreso si se prorroga la sesión. "

Hecha la oportuna pregunta por el Sr. Secretario Garrido Estrada, el acuerdo de la Cámara fue afirmativo.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): El señor Sagasta tiene la palabra.

El Sr. SAGASTA: No es el Sr. Presidente del Consejo de Ministros el único defensor de las prácticas parlamentarias. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: No he dicho que era el único, pero soy uno.)

Por serlo nosotros tanto como S. S. y yo creo que más que S. S., es por lo que defendemos la teoría que estamos defendiendo. Nosotros no tendríamos que hacer nada si el Reglamento nos fuera en este momento contrario; las buenas prácticas parlamentarias nos obligarían a someter nuestra cabeza a las prescripciones del Reglamento, si éste, repito, nos fuera contrario. Pero no es así, y los que aplaudíais al Sr. Presidente del Consejo de Ministros cuando S. S. decía que de admitir este principio o esta doctrina se quedaban las oposiciones sin defensa, no sabíais lo que aplaudíais. (Rumores.) Os lo voy a probar.

No sólo con esa proposición no se quita a las minorías el derecho de defensa, sino que se amplían sus derechos de defensa. Porque ¿qué puede suceder? Una minoría se encuentra con que no tiene medio de criticar la política del Gobierno, valiéndose de la interpelación porque el Gobierno la aplaza: no le queda según el Reglamento más camino que una proposición incidental. Pues bien, ¿qué puede suceder? Que esta proposición incidental se lleve adelante, y según el Reglamento no puede pronunciarse más que un discurso en su apoyo; el Gobierno contesta, vota la mayoría y se acabó la discusión. Pues vamos a ver ahora lo que sucede con eso que el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, cree que mata la iniciativa del Diputado.

Presenta la minoría una proposición incidental y la mayoría presenta otra proposición de no ha lugar a deliberar. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: ¿Y si no la presenta?) ¿Qué puede suceder? O que no se tome en consideración, en cuyo caso queda siempre en pie la proposición incidental, o que se tome en consideración. Y en este caso, ¿sabéis lo que viene? Tres discursos en pro y tres en contra, es decir, que en vez de un discurso, con la proposición de no ha lugar a deliberar dais tres discursos a las oposiciones. ¿Veis cómo no sabíais lo que aplaudíais? (Aplausos en los bancos de la minoría; murmullos e interrupciones en los de la derecha.)

Es decir, que el Reglamento es en esto tan previsor, que cuando las mayorías quieren oponerse con es- [2314] tas proposiciones a la iniciativa del Diputado y al derecho de usarla, amplía esa iniciativa y extiende ese derecho. No se trata de esto.

Ya ve el Sr. Presidente del Consejo de Ministros cómo no nos puede poner en cuidado el partido que pueda adoptar la mayoría de aquí en adelante presentando a todas nuestras proposiciones incidentales proposiciones de no ha lugar a deliberar, porque de esa manera volvemos al derecho de la interpelación: el Gobierno se niega a contestar, no tenemos más remedio que la proposición incidental; y si viene una de no ha lugar a deliberar y se toma en consideración, tenemos tres discursos en pro y tres en contra. (Nuevos rumores en la mayoría; el Sr. Presidente llama al orden; aplausos en las minorías.)

No se trata, pues, de eso; al contrario, el Reglamento es terminante, el precepto es completo, de que no hay autoridad ni en el Gobierno ni en la mayoría para variar las prescripciones reglamentarias, sino por los trámites y en la forma que el mismo Reglamento establece. ¿Es cierto que hay un artículo que terminantemente dice que en cualquier estado de la discusión es de preferencia la proposición incidental? Pues yo digo a la mayoría y al Gobierno que no tienen derecho a variar esa prescripción, siquiera haya precedentes; pero es que además yo niego los precedentes en absoluto, porque los precedentes se refieren a proposiciones presentadas cuando ya se estaba discutiendo la toma en consideración de la proposición, y entonces es evidente que si la proposición se presentaba después, no podía leerse antes de la discusión. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: Como ahora. -Las minorías: No es igual. -Murmullos, interrupciones.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Orden, señores; orden.

El Sr. SAGASTA: No; ahora se ha leído, y basta que se lea una proposición para que se apoye. (Fuertes rumores en la mayoría. El Sr. Presidente agita fuertemente la campanilla.)

El Sr. GONZÁLEZ VALLARINO: Pido la palabra para una cuestión de orden. (Fuertes rumores.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Orden, Sres. Diputados: yo ruego a SS. SS. que guarden silencio y que dejen continuar al orador Siga V. S., Sr. Sagasta, y le ruego la mayor brevedad.

El Sr. SAGASTA: Este artículo del Reglamento está puesto con mucha previsión: porque la discusión de una proposición, que pude ser inconveniente, hasta bajo el punto de vista de la moralidad, en el acto, sin discutirla, se hace la protesta, y de esa manera deja de discutirse; por consiguiente, no hay precedentes: y yo pido a la Mesa que se sirva, por Dios, hacer cumplir el Reglamento; porque ¡ah, Sr. Ayala! Si S. S. hubiera tenido la energía que siempre le acompaña para hacer que el Reglamento se hubiera cumplido, no nos encontraríamos en la situación en que nos hallamos en este momento. ¿Qué tiene que ver que el Sr. Silvela se haya incomodado para que el Reglamento se hubiera cumplido al día siguiente de su incomodidad?

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): El señor Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Cuando se presenta una proposición incidental, se pretenden dos cosas: se pretende hablar sobre ella y explicar su sentido, haciendo un discurso que no hay el derecho de hacer de otra manera, no habiendo una discusión pendiente o no contestando el Gobierno a una interpelación o a una pregunta que se le dirige; y al mismo tiempo que esto se pretende por el Diputado que presenta la proposición en uso de su absoluto derecho hacer recaer sobre un punto concreto una votación de la Cámara, solicitar una resolución de la Cámara sobre un punto determinado y concreto.

Estas son las dos ventajas del derecho de presentar proposiciones incidentales. Que esta segunda es una ventaja importante, lo está probando todo este debate, encaminado por el Sr. Sagasta a que no se decida la Cámara sobre el texto de una proposición determinada. Esto que pasa ahora por casualidad respecto de una oposición que tiene ese intento por virtud de las circunstancias extraordinarias en que se ha presentado este debate, es común en las relaciones de las oposiciones con los Gobierno. Es muy frecuente que los Diputados de las oposiciones quieran obligar a una mayoría y a un Gobierno a decir sí o no sobre un punto concreto; y por eso tiene tanta importancia el derecho de presentar proposiciones incidentales.

Y tiene también el que presenta la proposición incidental, aun en el caso de que al Gobierno le parezca inmoral, como supone el Sr. Sagasta, lo cual ciertamente no se evita con la proposición de no ha lugar a deliberar, pues que con motivo de la proposición de no ha lugar a deliberar, ha de hablarse sobre la proposición incidental; tiene, como digo, el derecho el autor, de la proposición que S. S. calcula que puede ser inmoral, de plantearla y desenvolverla porque a él no se lo parezca, porque a él le parezca que es una proposición de aquellas que son altamente convenientes para los intereses públicos. Pues bien, con la proposición de no ha lugar deliberar se hacen dos cosas cuando se introducen antes de tiempo. En primero lugar, se priva al Diputado del derecho que siempre ha tenido de que la Cámara resuelva sobre el punto concreto que el Diputado tiene por conveniente someter a la discusión; y además se logra un efecto, ¡no se ha de lograr! El de protestar calificando de inmoral o de perjudicial lo que el Diputado propone en uso de su derecho, aun antes de haberlo propuesto y apoyado. Por consiguiente, de todas suertes queda anulado el derecho del Diputado; se traslada la cuestión al terreno que quiere la mayoría, no al terreno que le conviene a la minoría; se lleva al terreno que otros quieren, no al que quiere el Diputado: y además de eso, se lanza una censura previa sobre todo lo que el Diputado propone. De aquí que los precedentes hayan interpretado los artículos en cuestión de la manera que yo he dicho. Y para demostrar que los han interpretado en ese sentido, si no fuera por perder tiempo yo rogaría a la Mesa que trajera, entre otros, el caso a que yo me refiero, porque de ese caso debo yo tener noticias más exactas que el Sr. Sagasta, por muchas que tenga S. S.

El caso fue el de presentarse una proposición, y al ir a levantarse su autor para apoyarla (un caso como el actual), se levantó un individuo de la mayoría, a decir: "considero que esa proposición no se debe discutir; creo que no es propia de la Cámara; no quiero que se delibere sobre ella; " y presentó una proposición de "no ha lugar a deliberar, " pretendiendo que no se apoyara la proposición principal por considerarla poco útil y poco conveniente a los intereses públicos. Hubo sobre esto confusión y dudas, y realmente entonces tuve la fortuna, lo cual nada tiene de par- [2315] ticular, (estaba yo sentado en el lugar que ahora ocupa el Sr. Sagasta), tuve la fortuna de hacer las mismas reflexiones que ahora he hecho, y todo el mundo se convenció de que lo que estaba más de acuerdo con el derecho del Diputado era que, presentada una proposición incidental, dijera lo que tenía que decir, y luego se discutiera la proposición de no ha lugar a deliberar, pero dejando al Diputado apoyar su proposición, porque la proposición incidental es un pretexto para hablar, aunque no como quieren las mayorías. Entonces tuve la fortuna de que la unión liberal, que estaba a mi lado, se convenciera de que esto era lo parlamentario; el individuo de la mayoría cedió, y dejó que se apoyara la proposición incidental, y luego se presentó la de no ha lugar a deliberar. Este fue el precedente tomado delante de mí con acuerdo de mayorías y minorías.

Yo no tengo ningún interés de gobierno en que triunfe o no ese precedente; creo, por el contrario, que para el Gobierno es más útil en esta ocasión que no triunfe.

Pero yo, por más que el Sr. Sagasta diga otra cosa, creo que los precedentes debidamente se aplican cuando tienen cierta consistencia porque se han presentado ya muchos de ellos. Según los precedentes, se pueden tomar las proposiciones del adversario firmándolas otros; se toman o no en consideración, y por consiguiente, luego hay derecho a presentar la proposición de no ha lugar a deliberar. Por esta razón, insisto en lo que antes he dicho. Yo me he opuesto a la pretensión del Sr. Sagasta pura y simplemente por un espíritu parlamentario; no pretendo ser más reglamentario que el Sr. Sagasta; pero no puedo admitir por un instante que el Sr. Sagasta sea más reglamentario que yo; y creo que imparcialmente juzgando, las personas que me escuchan no me tendrán por menos reglamentario que el Sr. Sagasta, sobre todo cuando es evidente que no tengo interés de Gobierno en este punto, porque los dignos Diputados que querían apoyar la proposición sólo iban a decir dos palabras para explicar los motivos por que dichos señores habían recogido esa proposición. ¿Qué interés tiene el Gobierno en que se apoye esta proposición antes que otra? Ninguno. Por consiguiente, yo no he hecho más que sostener un procedimiento que creo más conforme a las buenas doctrinas parlamentarias; pero si el Congreso acuerda lo contrario, no haré sobre ello ninguna cuestión; yo sobre la aplicación del Reglamento no haré ninguna cuestión; eso le toca a la Cámara, y no al Gobierno: eso pertenece al régimen interior de la Cámara.

Voy a concluir diciendo dos palabras sobre la cuestión presidencial.

He dicho y repito que el Gobierno no hace de eso una cuestión de Gabinete, ni a eso se ha referido. El Presidente de la Cámara sostiene con sus hechos y ha sostenido con su palabra que a él le toca fijar el orden del día para hacer la elección de Vicepresidente; que el Reglamento no le obliga a hacerlo en un día determinado, y que los precedentes varían entre diez y treinta y siete días sin que haya habido reclamaciones. Delante de esta declaración del Presidente, el Gobierno no hace esta una cuestión política o de Gobierno; pero sí apoya al Presidente, como es su deber, siempre dentro de la cuestión reglamentaria y presidencia, única que se debate.

Pero decía el Sr. Sagasta: ¿qué es lo que se va votar? Es muy sencillo; el derecho que el Sr. Presidente se atribuye, y que creo le corresponde, de ser él quien ponga el orden del día de los asuntos del Congreso y de ponerlos un día antes o un día después, según su alta discreción, sin que el Reglamento le fije término preciso. El Sr. Presidente quiere mantener la libertad que todos han tenido bajo la garantía de su prudencia, de su patriotismo y de su lealtad; y una minoría o un Diputado vienen a estimular, a querer obligar al Presidente, dándole a entender que es moroso en el cumplimiento de su deber. El Presidente rechaza, el Presidente protesta contra esa insinuación en uso de su derecho, manteniendo la razón y el derecho con que puede señalar el orden del día según su recto criterio, según su prudencia y lealtad. Así es la cuestión planteada; el Gobierno apoya al Presidente en esto, y para apoyarle tiene interés en que se deseche la proposición. Es difícil que ninguna cuestión se presente más clara. Los que crean que el Presidente puede ser estimulado por la minoría para el cumplimiento de sus deberes, esos deben votar en pro; los que crean que debe dejarse libertad al Presidente, esos deben votar en contra. Jamás se ha planteado una cuestión más clara.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Me parece, Sr. Sagasta, que ya no tendrá S. S. necesidad de usar otra vez de la palabra.

El Sr. SAGASTA: A mí me importa mucho y a esta minoría también, declarar que no hemos tenido intención de censurar al Sr. Presidente del Congreso, como parece desprenderse de las palabras del Sr. Presidente del Consejo de Ministros, al suponer que el Gobierno quiere defender al Presidente.

Pues al Presidente no le ha atacado nadie, absolutamente nadie; el único que aquí le ha atacado ha sido S. S., que ha declarado que si hubiera sido Diputado se hubiera opuesto y habría combatido la conducta del Presidente. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: No es exacto.) ¿No es exacto? Pues estamos todos sordos; o al contrario, tenemos los oídos al revés.

Pero en fin, si S. S. no le ha atacado, tampoco nosotros le hemos atacado: en todo caso, lo que nosotros hacemos será estimular a la mayoría, que parecía que ponía dificultades, para que se ponga de acuerdo, para que el Presidente no encuentre obstáculos y pueda cumplir el Reglamento.

Pero repito que esto no se puede discutir: y es más; que la proposición que defiende el Sr. Presidente del Consejo de Ministros no se podría votar sin que se quebrante un artículo del Reglamento. Pero aun cuando esa proposición se pudiera votar, sería tratándose de una proposición que vosotros hicieseis; pero no aceptando una proposición que en esa forma no hace más que una declaración que creían conveniente hacer unos Sres. Diputados.

Y es más; no se trata aquí de votar si se ha de cumplir o no el Reglamento, porque eso no es votable. El Presidente de la Cámara cuando lo cree conveniente tiene el deber de cumplir el Reglamento, que dice que ha de haber cuatro Vicepresidentes, y si en algunos casos, con la aquiescencia de todas las fracciones, se han pasado treinta días sin cumplir ese precepto, habrá sido con ese consentimiento; pero desde el momento en que hay un sólo Diputado que pide la observancia del Reglamento, no hay más remedio que cumplirlo, y si no reformad el artículo, y en vez de decir que habrá cuatro Vicepresidentes, decid que el número [2316] de Vicepresidentes dependerá de la voluntad del Presidente.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): Ruego a S. S. que considere que esto no es parte de la cuestión de orden de que se trata.

El Sr. SAGASTA: Yo he contestado al Gobierno porque ha resucitado otra vez esa cuestión. Por lo demás, pido a la Mesa que haga cumplir el Reglamento en lo relativo a las proposiciones de no ha lugar a deliberar, tal y como lo establece esa doctrina sentada por el dignísimo Vicepresidente Sr. Moreno Nieto.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Cánovas del Castillo): Yo no me permito, como se han permitido y se permiten los Diputados de la minoría constitucional, o algunos por lo menos, interpretar los actos del Sr. Presidente de la Cámara. Sé que le ofendería, y con muchísima razón; lo que yo hago es creer las palabras que pronuncia aquí el Sr. Presidente y atenerme a ellas.

El Sr. Presidente ha declarado que consideraba esta proposición como un voto de censura, y yo no tengo que discutir si tiene o no tiene razón: mi opinión es que la tiene; pero con eso y todo, no necesito discutir si la tiene o no. Desde el instante en que el Presidente declara que esta proposición es un voto de censura contra su persona, yo no puedo menos de apoyar la autoridad del Presidente y sus afirmaciones. Si el Sr. Presidente de la Cámara se hubiera dado por satisfecho, pues que se ha servido tomar parte en este debate, con que los señores de enfrente hubieran retirado esa proposición, una vez retirada nada tendría que decir el Gobierno en la cuestión presente; pero sin que el Presidente declare que no tiene la proposición como de censura o que tiene por satisfacción bastante la retirada de la proposición; mientras el Sr. Presidente no declare eso, que aquí está sentado y puede decirlo, yo en cumplimiento de mi deber no abandonaré el debate hasta que la situación del Sr. Presidente sea la que debe ser. Ese es el deber incontestable del Gobierno. Es inútil, después de decirle a un Presidente que se ha tomado un cierto número de días para poner un asunto a discusión, que es preciso que lo ponga en un día determinado, el primer día hábil, invadiendo así sus atribuciones, a mi juicio usurpando sus atribuciones, porque nadie tiene ese derecho más que el mismo Presidente, es inútil, repito, después de haber dicho esto declarar que no se trata de un voto de censura.

Yo pregunto a los Sres. Diputados, acudo a la lealtad de todo el mundo, pues que aquí se discute lo que nos es común a todos, que es la dignidad del Presidente: ¿en que posición se quiere dejar al Presidente de la Cámara si después de haberse puesto su autoridad en duda no sale de aquí una votación que le dé la fuerza que necesita por medio de un verdadero voto de confianza? (El Sr. Núñez de Arce pide la palabra.)

No sé lo que se propondrán decir las dignas personas que han de intervenir en este debate; después que hayan hablado, es posible que aun tenga que terciar en él; pero por lo mismo que se trata de una cuestión tan esencial para la vida y para la organización de la Cámara, no me cansaré de fijar y repetir mi punto de vista en esta cuestión.

La autoridad del Presidente de la Cámara ha sido disputada, la autoridad del Presidente se ha puesto en duda respecto de un punto particular; se ha puesto en duda la justicia de su conducta suponiéndole que obraba como un mero instrumento del Gobierno. ¿Es esto cierto? ¿Sí o no? (Varios Sres. Diputados: ¡Sí, sí! Otros Sres. Diputados: ¡No, no!)

Se le ha llamado escudo del Gobierno, y hasta el Sr. Sagasta ha dicho que si hubiera tenido energía, no hubiera pasado lo que ha pasado. Yo no quiero ahondar estas diferencias ni en poco ni en mucho; no quiero agravar lo que creo que en este asunto hay de ofensivo para el Presidente; pero necesito como simple Diputado y como jefe de Gobierno una cosa, y esta cosa es que el Presidente esté satisfecho. ¿Lo está? No tengo más que decir. ¿No lo está? ¿Mantiene el Presidente que ha sido objeto de censura y que necesita que la Cámara le demuestre que continúa mereciendo su confianza? Entonces el Gobierno no puede abandonarle y no le abandonará. (Bien, muy bien.)

El Sr. LÓPEZ DE AYALA (D. Adelardo): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S.

El Sr. LÓPEZ DE AYALA (D. Adelardo): Muy pocas palabras voy a dirigir a la Cámara; insistiré en la convicción que me impone lo delicado de la posición en que me encuentro en este momento.

Cualesquiera que sean las benévolas palabras que para mi persona han salido de los bancos de enfrente; cualquiera que sea la interpretación que se dé a la proposición que ha sido objeto de este debate, yo insisto en lo que tuve la honra de manifestar al principio a los Sres. Diputados: esas cuestiones no admiten duda; la dignidad del Presidente no puede estar bajo la amenaza, bajo la sombra, bajo el incógnito: se habla de ella, y es necesario que se sepa cuál es el resultado definitivo de todo lo que aquí se ha hablado.

Mi amigo el Sr. Sagasta, con la impetuosidad que es tan propia de su elocuencia, me dirigió un apóstrofe diciéndome que si yo hubiera tenido suficiente energía no nos encontraríamos en este mal paso; que si hubiera tenido la suficiente energía hubiera cumplido el Reglamento. No sé para qué en este caso necesitaba la energía, ni ésta era cuestión de energía, ni en qué tuviera que vencer ningún inconveniente. Ya dije que cuando ocurrió la vacante consulté los precedentes; y como no hay en el Reglamento ningún artículo que diga taxativamente los días que han de mediar desde que un Vicepresidente renuncia a su cargo hasta que se le reemplaza, y los precedentes son varios, y además en el Reglamento hay un artículo que aconseja que se tomen por guía los precedentes, me creí en el derecho de no apresurar esta cuestión, no poniéndola al orden del día en perjuicio de otras que hora por hora estaban reclamando la atención de la Cámara.

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra para rectificar.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Moreno Nieto): La tiene V. S.

El Sr. SAGASTA: Desde el momento en que el Gobierno dio a la proposición apoyada por el Sr. Núñez de Arce el carácter de un voto de censura al Presidente, acordamos retirarla y la retiramos; por eso no puede haber aquí voto de censura para el Presidente. Pero el Presidente ¿cree que lo necesita? Yo lo [2317] siento por S. S.; pero si S. S. cree necesitarlo, venga la proposición como debe venir clara y francamente, que cualquiera que ella sea si se refiere a la conducta del Presidente desde que quedó vacante la Vicepresidencia hasta este momento, nosotros le daremos un voto de confianza; pero lo que ni el mismo Sr. Presidente debe permitir para que quede aprobada su conducta es que se voto la proposición que ahora se discute porque esta proposición es un absurdo, y el Presidente, que está al frente de nuestras discusiones, está más interesado que nadie en que de ninguna manera se vulneren por esta mistificación ridícula las prescripciones del Reglamento. (Bien, muy bien en las minorías.) [2318]



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